Jamás conocería la libertad de amar; sería siempre una esposa infiel, bajo la amenaza continua de ser descubierta, engañando a su marido a favor de un vínculo vergonzoso con un hombre que vivía aparte e independiente de ella y cuya vida nunca podría compartir. Sabía que así serían las cosas y, por añadidura, que todo ello era tan horrible que ni siquiera podía figurarse cómo concluiría. Y lloraba a lágrima viva como lloran los niños cuando son castigados.
+1
Enviada por Celina hace 9 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de Leon Tolstoi.