Así repetidas, las palabras adquirieron tal fuerza que, en su fuero interno, Irena las vio escritas con mayúsculas: Gran Regreso. Ya no opuso resistencia: quedó prendida de imágenes que de pronto emergieron de antiguas lecturas y películas, de su propia memoria y tal vez de la de sus antepasados: el hijo perdido que reencuentra a su anciana madre; el hombre que vuelve hacia su amada, de la que le arrancó un destino feroz: la casa natal que cada cual lleva dentro; el sendero redescubierto en el que quedaron las huellas de los pasos perdidos de la infancia; el errante Ulises que vuelve a su isla tras vagar durante años; el regreso, el regreso, la gran magia del regreso.
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Enviada por Didac hace 9 años
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