…y descubrir una libertad que en realidad jamás había conocido, aparte de en los libros, en los libros que son mucho más peligrosos para un adolescente que las armas, pues me inocularon unos deseos imposibles de cumplir, Kerouac, Cendrars, o Conrad me hacían desear una partida infinita, amistades a vida o muerte a lo largo del camino y sustancias prohibidas para transportarnos, para compartir aquellos extraordinarios instantes en el camino, para arder en el mundo, ya no teníamos revolución, nos quedaba la ilusión del viaje, de la escritura y de la droga.
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Enviada por Bernard hace 9 años
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