Se acogerían a la socorrida razón metafísica – no hay respuestas para qué estamos haciendo aquí, muchachos, es lo que hay -, la insoportable levedad del cero o no ser, o aceptarían, sencilla, humildemente, que la muchacha había descubierto precozmente que la vida, para qué vamos a engañarnos, no va en serio y tanto da morirse a los quince que a los setenta y cinco: las olas del tiempo lo anegarán todo, ahogarán todo lo que fue, igualando a unos y a otros.
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Enviada por Bárbara hace 9 años
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