De pronto, la relación entre ella y la historia en la que ahora ambos desempeñábamos un triste papel me parecía vaga, difusa, casual. De pronto comprendí que no fue más que una ilusión haber pensado que cabalgamos nosotros mismos en nuestras propias historias y que dirigimos su marcha; que en realidad es posible que no sean, en absoluto, nuestras historias, que es más probable que nos sean adjudicadas desde fuera; que no nos caracterizan; que no podemos responder de su extrañísima trayectoria; que nos raptan, dirigidas desde otra parte por fuerzas extrañas.
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Enviada por Didac hace 8 años
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