Havel miró a su amiga que hablaba de envidia pero que de pura bondad seguramente era por completo incapaz de envidiar a nadie y le dio lástima, porque sabía que la satisfacción que dan los hijos no puede reemplazar otras satisfacciones y que además una satisfacción que tiene la obligación de cubrir el puesto de otras satisfacciones se convierte rápidamente en una satisfacción demasiado cansada.
+1
Enviada por Didac hace 8 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de Milan Kundera.