Pero cuando las obligaciones no son algo serio (producen risa), lo serio es quizás aquello que no es obligatorio: Eduard encontró pronto en su nuevo lugar de trabajo a una chica joven y hermosa a la que empezó a dedicarse con una seriedad casi verdadera. Se llamaba Alice y, como tuvo ocasión de comprobar en las primeras citas, era, para desgracia suya, considerablemente casta y decente.
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Enviada por Didac hace 9 años
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