No conseguía olvidar la voz estridente que le había llamado “imbécil” y seguía oyéndose suplicar “Perdón”, a lo que ella respondió “¡Gilipollas!”. ¡Una vez más había pedido perdón sin motivo! ¿Por qué siempre ese estúpido reflejo de pedir perdón? No podía quitarse de encima ese recuerdo y sintió la necesidad de hablar con alguien.
+1
Enviada por Celia hace 9 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de Milan Kundera.