Nosotros no teníamos, ni ella ni yo, la inteligencia precisa, ni siquiera el talento que pudiera compensar esa carencia. No había ningún pilar que nos sustentara. Éramos casi dos ceros sin límites. Dos existencias insignificantes que iban de un estadio de la nada a otro estadio de la nada.
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Enviada por Umbriel hace 9 años
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