Lo que se debe hacer es soñar. Soñar y soñar. Entrar en el mundo de los sueños y no salir de él. Vivir allí eternamente. En los sueños no es preciso hacer distinciones. No lo es en absoluto. En primer lugar, en los sueños no existen fronteras. Y, por lo tanto, apenas hay colisiones. Y, aunque las hubiera, no dolería. La realidad es distinta. La realidad muerde. La realidad. La realidad.
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Enviada por Gerard hace 9 años
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