En aquella época, yo no tenía por qué pensar en nada, se dijo el joven. Había bastante con ir viviendo. Sólo por el simple hecho de vivir, yo ya era alguna cosa. Era algo espontáneo. Pero, en un momento dado, dejó de ser así. Vivir me fue convirtiendo en nada. ¡Qué cosa tan extraña! La gente nacemos para vivir, ¿verdad? ¿Cómo es que yo, conforme he ido viviendo, he ido perdiendo contenido hasta convertirme en una persona vacía? Y además, de aquí en adelante, a medida que vaya viviendo posiblemente siga convirtiéndome en una persona más vacía aún, que valga menos todavía. Aquí hay un error. No puede pasar una cosa tan extraña. En alguna parte debe de poder cambiarse la dirección de la corriente.
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Enviada por Fabiola hace 9 años
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