Frases célebres y citas de Doris Lessing
Doris Lessing (Kermanshah, Irán, 1919 - Londres, 2013) es una escritora inglesa. Nacida en Irán, donde su padre era capitán del ejército británico, en 1924 se estableció con su familia en Rhodesia del Sur (hoy Zimbabwe). Los primeros treinta años de su vida transcurrieron en Rhodesia. Allí la pequeña Doris vivió una infancia problemática, condicionada por el paisaje africano y la frustración de unos padres (sobre todo su madre) que no consiguieron realizar sus sueños.
Se educó en varias escuelas de Salisbury (Harare), pero abandonó los estudios a los catorce años y se casó dos veces: primero a los 19, con un funcionario al que dio dos hijos, y en segundo lugar, por conveniencia, con el exiliado alemán Gottfried Lessing en 1944, un camarada del partido comunista con quien tuvo otro hijo, el único que la acompañaría a Londres cuando partió definitivamente en 1949.
El contacto con África y el profundo amor que sintió por esta tierra constituyó la materia narrativa de algunas de sus novelas; el tema de la emancipación de la mujer abunda también en su obra de ficción. En 1950 ya había publicado Canta la hierba, una novela que tuvo buena acogida acerca de la vida en África, a través de la cual se opone a la política racial en años en los que el tema no era bien recibido en Inglaterra.
Aquí encontrarás una recopilación de las mejores frases de Doris Lessing. Frases cortas, frases célebres, citas, fragmentos de libros, mensajes y pensamientos de Doris Lessing.
Frases de libros de Doris Lessing
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Enviada por olga espino hace 8 años
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Enviada por Ramón hace 8 años
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Enviada por Ramón hace 8 años
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Enviada por Ramón hace 8 años
Cuando los colonos viejos sentencian: “Hay que comprender el país”, lo que quieren decir es: “Debe usted acostumbrarse a nuestro concepto de los nativos”, o, en otras palabras: “Adhiérase a nuestras ideas o lárguese; no le necesitamos”. A la mayoría de aquellos jóvenes le habían inculcado vagas nociones sobre la igualdad. Durante la primera semana les escandalizaba el trato propinado a los nativos y se indignaban cien veces al día ante el desdén con que se hablaba de ellos como si de cabezas de ganado se tratara; o ante un golpe o una mirada. Llegaban dispuestos a tratarlos como a seres humanos. Sin embargo, habría sido inútil rebelarse contra la sociedad a la que se habían incorporado, de modo que no tardaban en cambiar. Imbuirse de su maldad era difícil, por supuesto, pero no lo consideraban “maldad” durante mucho tiempo y, al fin y al cabo, ¿con qué mentalidad habían llegado allí? Con ideales sobre la decencia y la buena voluntad; todo ello muy abstracto. En la práctica, el contacto con los nativos se reducía a la relación entre amo y criado. Nunca llegaban a conocerlos en la intimidad, en su calidad de personas. Unos meses más tarde, aquellos muchachos impresionables y decentes se habían endurecido, para adaptarse al país árido, agreste y bañado por el sol donde se habían instalado; habían desarrollado una nueva personalidad más acorde con su piel curtido y sus cuerpos fortalecidos. +2
Enviada por Tomás hace 8 años
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Enviada por David hace 8 años
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