Y en ese instante supo lo que en verdad querían decir aquellas palabras del rey Salomón, las curvas de tus caderas son como joyas, tu ombligo es una copa redondeada llena de vino perfumado, tu vientre es un monte de trigo cercado de lirios, tus dos senos son como dos hijos gemelos de una gacela, pero lo supo aún mejor, y definitivamente, cuando María se acostó a su lado y tomándole las manos, acercándoselas, las pasó lentamente por todo su cuerpo, cabellos y rostro, el cuello, los hombros, los senos, que dulcemente comprimió, el vientre, el ombligo, el pubis, donde se demoró enredando y desenredando los dedos, la redondez de los muslos suaves, y mientras eso hacía, iba diciendo en voz baja, casi en un susurro, Aprende, aprende mi cuerpo.
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Enviada por Rebeca hace 8 años
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