La vida, incluso la más prolongada, incluso la de un viejísimo Matusalén de barbas fluviales, siempre dejará tras de sí sombras calladas, restos incombustibles, islas desconocidas. Ni sesenta años más, ni unos impensables seiscientos años, serán bastantes para desbravar las islas, quemar los restos y obligar a hablar a las sombras . … vamos poniendo letras tras letras, a la espera de que el infinito se deje tocar algún día.
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Enviada por Ramón hace 8 años
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