Baltasar no tiene espejos, a no ser estos ojos nuestros que lo están viendo bajar por el camino embarrado hacia el pueblo, y son ellos los que le dicen, Tienes la barba blanca, Baltasar, tienes la frente cargada de arrugas,Baltasar, tienes el cuello como cuero seco, Baltasar, se te caen ya los hombros, Baltasar, no pareces el mismo, Baltasar, pero esto es un defecto de los ojos que usamos,porque ahí viene una mujer, y donde nosotros veíamos un hombre viejo, ve ella un hombre joven, el soldado a quien preguntó un día,«Cuál es su gracia», o ni ve siquiera a ése, sólo a este hombre que baja sucio, canoso y manco, Siete soles de apodo, si lo merece tanto cansancio, pero es un constante sol para esta mujer, no porque siempre brille, sino por existir, escondido de nubes, tapado de eclipses, pero vivo, Santo Dios, y le abre los brazos, quién, los abre él a ella, los abre ella a él, ambos, son el escándalo de Mafra, que se agarren así en la plaza pública, y con edad de sobra, quizá es porque nunca han tenido hijos, o tal vez se ven más jóvenes de lo que son, pobres ciegos, o puede que sean estos dos los únicos seres humanos que como son se ven, es ése el modo más difícil de ver, ahora que están juntos hasta nuestros ojos son capaces de ver que se han vuelto hermosos.
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Enviada por Ramón hace 8 años
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