...La sonrisa se fue recogiendo lentamente como agua que la tierra estuviera sorbiendo y saboreando, hasta que al fin se quedaron serios los dos, mirándose, una rápida sombra sutil aleteó por el dormitorio, vino y huyó enseguida, y, entonces, unas alas inmensas y poderosas envolvieron a María Sara y a Raimundo Silva, apretándolos como a un único cuerpo, y el beso empezó...
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Enviada por Ramón hace 8 años
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