Rezar es relacionarse; la mitad de la tarea es mía. Si pretendo transformarme, pero no me tomo la molestia de explicar exactamente qué quiero conseguir, ¿cómo se me va a cumplir? La mitad del provecho de una oración está en la pregunta en sí, en el planteamiento de una intención claramente expuesta y bien pensada. Sin él tus ruegos y deseos serán endebles, quebradizos, inertes; formarán una fría bruma que se arremolinará en torno a ti, incapaz de despegarse.
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Enviada por Ventura hace 9 años
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