El intelecto es una forma de exageración en sí mismo y destruye la armonía de cualquier rostro. En el momento en que uno se sienta a pensar, se vuelve todo nariz, o todo frente, o cualquier otro espanto. Mira a los hombres de éxito en cualquier tema del saber. ¡Son completamente horribles! Excepto en la Iglesia, por supuesto. Pero es que en la Iglesia no se piensa. Un obispo sigue repitiendo a los ochenta años lo que le enseñaron a decir cuando era un muchacho de dieciocho, y como consecuencia natural siempre conservará un aspecto absolutamente encantador.
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Enviada por Bernard hace 9 años
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