Este niño debió haberse metido a cura, decía Clara. Para Jaime, a quien los votos de humildad, pobreza, y castidad de sacerdote no habrían molestado, la religión era la causa de la mitad de las desgracias del mundo, de modo que cuando su madre opinaba así, se ponía furioso. Decía que el cristianismo como casi todas las supersticiones, hacía al hombre más débil y resignado y que no había que esperar una recompensa en el cielo, sino pelear por sus derechos en la tierra.
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Enviada hace 9 años
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