En casi todas las familias hay algún tonto o un loco, hijita —aseguró Clara [...]—. A veces no se ven porque los esconden, como si fuera una vergüenza. Los encierran en los cuartos más apartados, para que no los vean las visitas. Pero en realidad no hay de qué avergonzarse, ellos también son obra de Dios.Allende, Isabel (1993), IX. La niña Alba La casa de los espíritus, 291
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Enviada hace 9 años
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