Alba estaba eufórica, pero Miguel le explico que la elección era una bufonada y que cualquiera que ganará daba lo mismo, porque se trataba de la misma jeringa con distinto bitoque y que la revolución no se podía hacer desde las urnas electorales, sino con la sangre del pueblo. La idea de una revolución pacífica en democracia y con plena libertad era un contrasentido
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Enviada hace 9 años
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