Pasaba de la depresión a la euforia en cuestión de minutos, sus emociones eran tan intensas que a veces se preguntaba en serio si valía la pena seguir viviendo. En los momentos de pesismismo, pensaba que el mundo era un desastre y la mayor parte de la humanidad era estupida. A pesar de haber leído libros al respecto y de que en la escuela se discutía la adolescencia a fondo, él la sufría como una enfermedad inconfesable
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Enviada hace 9 años
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