Me entrenó en las labores de compasión, pero confieso que siempre me resultó incómodo llegar a un barrio miserable en nuestro lujoso coche cargado de vituallas, con dos lacayos para que distribuyeran los regalos a unos seres desarrapados que nos daban las gracias con grandes muestras de humildad, pero con el odio vivo brillando en sus pupilas.
+2
Enviada por Olga hace 8 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de Isabel Allende.