En eso sentí que me miraban y al levantar la vista me encontré con los ojos de Daniel Goodrich, ojos redondos color madera, ojos de potrillo. Sentí un espasmo de susto en el estómago, como si se hubiera materializado un personaje de ficción, alguien conocido en otra realidad, en una ópera o un cuadro del Renacimiento, de ésos que vi en Europa con mis abuelos.
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Enviada por Vilma hace 9 años
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