Cada alma tiene su forma. Cada persona tiene un destino secreto. Cuando tratas de imitar lo que hicieron otros o adaptarte por la fuerza a un molde prefabricado, traicionas tu individualidad. Debemos volver a la soledad interior para recuperar el sueño que hay en el fogón del alma. Debemos recibir ese sueño, maravillados como un niño en el umbral de un descubrimiento. Al redescubrir nuestra naturaleza infantil, entramos en un mundo de potencialidad benigna. Así penetraremos con mayor frecuencia en ese lugar de distensión, júbilo y celebración. Desechamos los fardos falsos. Entramos en consonancia con nuestro ritmo.
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Enviada por Soledad hace 10 años
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