Tenía miedo a la vida, como Cristián, como su madre, como las mujeres de la cárcel. Ella misma, todas, pensando eternamente en que los hombres se agusanan en las cunetas o se convierten en tristes sombras de sí mismos, mutilados. María seguía hablando, pero ya no la escuchaba.
+1
Enviada por Rebeca hace 8 años
No se ha encontrado imágenes sobre esta frase de Ana Maria Matute.