Frases célebres y citas de Ana Maria Matute
Ana María Matute (1925 - 2014) es una de las autoras españolas más importantes de la literatura contemporánea.
Nacida en Barcelona, pasó una juventud marcada por la Guerra Civil española que se reflejó en su primera obra literaria, centrada en los "los niños asombrados" que veían y, muy a pesar suyo, tenían que entender los sinsentidos que les rodeaban. Eso le llevó a plantearse la guerra civil como un enfrentamiento cainita/abelita que se manifestará en muchas de sus obras con características neorrealistas
Aquí encontrarás una recopilación de las mejores frases de Ana Maria Matute. Frases cortas, frases célebres, citas, fragmentos de libros, mensajes y pensamientos de Ana Maria Matute.
Frases de libros de Ana Maria Matute
Últimamente mamá no domina el temblor de sus labios. Me horroriza su boca seca, debajo del color del rouge, se cuentan los surcos alrededor de sus ojos, y, sin embargo, es hermosa, finge tener la boca más pequeña, casi en forma de corazón. Me parece feo. Prefiero su boca sin pintar en la playa, parece otra mujer. Cuando queda olvidada en la arena, quizá sin pensar en nada, con los ojos cerrados, debajo del sol. No es que entonces parezca más joven, pero en su cuerpo tendido, cansado, hay una dulzura que la abandona en cuanto se levanta, se viste, se pinta. A veces, la alegría la envejece. 0
Enviada por Rebeca hace 8 años
Durante los primeros años de su vida, cuando aún no le habían apartado de su madre, Orso creyó oír voces. Eran voces misteriosas y no humanas, voces que se adentraban en el silencio, que revoloteaban a su alrededor y se introducían en su mente encendiendo su curiosidad. De ellas hablaban las sirvientas en las noches junto al fuego, cuando el crepitar de los leños, el rumor de las ruecas y sus conversaciones permitían a Orso desvelar algunos de sus más escondidos secretos. Él respetaba esos secretos, los buscaba y los deseaba. Pero nunca llegó a desentrañarlos del todo ni a hacerlos suyos. Eran secretos de mujeres, y él no era más que un niño que sentía cómo la sed de conocimiento crecía en su interior.
Ellas hablaban, al parecer, de un tiempo que se perdía en la memoria de los humanos. Orso, aunque fingía dormir, agazapado, de tanto en tanto aparecía inesperadamente entre ellas, que le acogían alborozadas. Y una noche oyó decir a su madre: "Son las voces que pierde el Tiempo en su tejer y destejer al derecho y al revés... 0
Enviada por Rebeca hace 8 años
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Enviada por Rebeca hace 8 años
Soy un vulgar mercader. Me he autovendido, a pedacitos, poco a poco, para poder especular progresivamente con mi propia verdad. Empecé a comprarme pedacitos de mi propia verdad el día en que me dije: No puedo hacer esto, o aquello; hay un gran impedimento en mi vida, la gran responsabilidad que ello representa... Continué comprándome parcelas de autoverdad cuando se me reveló la fuerza de algunos muchachos que no han aprendido a especular, ni quieren engranarse en el sistema de autoconsumición que me atrapó a mí. Seguí vendiéndome mi propia verdad aun entre esos muchachos que no precisan, para rebelarse, ni el odio, ni la estolidez, ni el hambre. Pero son muchachos jóvenes, y yo he perdido al muchacho que fui. O, acaso, no lo tuve nunca, no lo fui nunca. 0
Enviada por Rebeca hace 8 años
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Enviada por Rebeca hace 8 años
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Enviada por Rebeca hace 8 años
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Enviada por Rebeca hace 8 años
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Enviada por Rebeca hace 8 años
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Enviada por Rebeca hace 8 años
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Enviada por Rebeca hace 8 años
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